Los objetivos pierden su objetivo


Hace varios años atrás cuando estudiaba administración de empresas, me enseñaron lo que era el trabajo por objetivos. Me hablaron de los beneficios que traían que una persona no realice una tarea por la propia tarea, sino que las tareas se realicen dentro de un objetivo mayor. Me contaron que esto permitía que las personas conozcan las razones de su trabajo y que los motivaba para realizarlo de una manera más eficiente y eficaz. Y yo, por supuesto, compré la idea, porque el sentido común simplemente me lo indicaba.

Yo creía en los objetivos. Y por supuesto trabajé por objetivos e hice trabajar a mi gente por objetivos...porque creía que era lo mejor.
Los objetivos se extendieron hacia todos los lados, desde arriba hacia abajo y lateralmente en casi todos los ámbitos de la sociedad actual. Y así vivimos, por objetivos.
El problema es que los beneficios de vivir por objetivos se ven a corto alcance, en mi oficina, en mi sector, en mi compañía. Y a esto, aunque les parezca raro, le llamo corto alcance. Porque para ver más allá hay que ver los efectos de esto en la sociedad toda y sobre todo en las personas.

Los objetivos nos están dominando la vida, porque sino se logran se pierde, y si se logran también. Si no se logran se pierde la autoestima, se pierde el orgullo, se pierde dinero, se pierde el empleo. Si se logran depende en como sean logrados se pierde tiempo con la familia, o a la propia familia, se pierde tiempo de esparcimiento, y a veces se pierde la dignidad y/o la honestidad.

Y la pregunta es por qué o para qué yo tengo un objetivo en la empresa. Todos los objetivos caen desde arriba como cascada y esté en el nivel que esté o en el sector que esté, todo objetivo empresarial apunta al origen, ganar más dinero. Y eso no es un problema en sí, pero trae problemas al caer el agua de objetivos.
Los objetivos a lograr son cada vez mayores y deben realizarse en la menor cantidad de tiempo. Y si no se puede lograr el objetivo, es que la persona a cargo no es lo suficientemente inteligente o capacitada para el puesto. Entonces se la reemplaza. Y esto es válido desde abajo hasta el director general de una empresa que también debe cumplir objetivos para que los accionistas no lo sustituyan.

Y ahora estamos llegando a la cuestión. Si todos somos reemplazables y útiles únicamente si cumplimos un objetivo, y a su vez los objetivos son cada vez mayores y más complejos, entonces se produce lo que llamo el “quiebre de la persona”. Es decir que, para poder cumplir los objetivos se debe resignar otras cosas más importantes. Y así se produce la paradoja, se trabaja mucho para poder cumplir los objetivos para que la familia esté bien, pero en muchos casos a su vez se va perdiendo la familia por la misma razón.

Pero creo que lo peor de este quiebre de persona no es el aspecto familiar, sino las situaciones que provocan la pérdida de los valores morales para poder cumplir un determinado objetivo. Y con valores morales, me refiero básicamente a la honestidad y al respeto por los demás.
Se producen situaciones en las cuáles el individuo, como ya mencioné anteriormente, si no logra el objetivo pierde el empleo o pierde dinero para mantener a su familia. Y a veces se está verdaderamente al límite o como comúnmente se dice “entre la espada y la pared”. Entonces quizás se produce el quiebre de persona y se cede ante una situación de mentira, corrupción, engaño, etc. Otro de los pensamientos que una persona toma para permitir ese “quiebre”, es decir que si no lo hace él, otro lo hará, obviamente para cumplir su objetivo.

No juzgo ni justifico esas actitudes. Son situaciones extremas que no he vivido, pude haber tenido una espada, pero no una pared, y entonces de nada sirve juzgar. Simplemente las incluyo en el contexto.
Un contexto en el que los objetivos están por encima de los valores morales y éticos, por encima de la familia, y por encima de cualquier persona. Un contexto que se ha transformado en algo verdaderamente siniestro.

1 comment:

Anonymous said...

Genial y tan cierto.